La cantante realizó ayer un show cercano a la hora y 20 minutos de duración, ante cerca de cuatro mil asistentes en Movistar Arena.
por Marcos Moraga - 09/07/2013 - 03:26
© Andrés Díaz
La cantante Diana Ross, durante su primer show en Chile en Movistar Arena.
La cantante Diana Ross, durante su primer show en Chile en Movistar Arena.
Esa fue la postal de despedida del primer concierto que Diana Ross ha ofrecido en Chile: cerca de una hora y 20 minutos de un repertorio imponente, que la paseó por el legado de The Supremes (Baby love, cuarta en el set y primera oportunidad para estrenar las palmas), en su faceta disco con la muy bailada Upside down y en la elegancia jazz de Don’t explain, uno de los momentos más altos del show, cuando Ross prescinde del apoyo de sus tres coristas y demuestra la vigencia de sus capacidades.
El concierto partió cerca de las 21.10 horas, ante cerca de cuatro mil personas, según cifras entregadas por la producción. La asistencia fue resuelta con el escenario en la mitad de la cancha de Movistar Arena y con 22 filas de asientos entre el escenario y el comienzo de las plateas. El público que llegó hasta el recinto del Parque O’Higgins fue mayoritariamente adulto y prefirió estar sentado y abrigado durante la mayor parte del show.
Desde el principio -y durante el bloque consagrado a The Supremes-, la disposición del escenario repercutió en algunas fallas de sonido, percibidas principalmente desde los costados y las plateas, con una amplificación que escondía la voz de Ross por bajo la de sus coristas. Pero vestida de fucsia, con una estola llena de velos, la cantante entró a imponer su carisma contra el frío de la noche capitalina, con 12 músicos preparando el terreno para el primer embate de la noche: I’m coming out, el mismo tema con que la cantante viene abriendo la gira dentro de la cual agendó su debut en Chile.
Un gesto a Jackson
Le siguieron cuatro cambios de vestuario, varios interludios musicales y una comunicación fundada principalmente en una sonrisa inextinguible. Diana Ross se apoyó en sus canciones y entremedio, prefirió saludar con las palmas y los gestos coquetos que completaba con un abanico. En Where did our love go, cuando llevaba cerca de 15 minutos de música, saludó hacia un sector de la platea donde colgaba la única pancarta que adornaba el Movistar Arena: una que decía friends forever (“amigos por siempre”), con la foto de Michael Jackson junto a Ross. En otro gesto hacia el fallecido músico (Ross es madrina de sus hijos), el guitarrista esbozó por breves segundos el riff de Billie Jean, cuando ya se despedían, con I will survive. Atrás del escenario se distinguía un automóvil con sus luces encendidas, esperando a la cantante.
Ross arribó al país el domingo, cerca de las 13.15 horas, proveniente desde Buenos Aires, para dirigirse al Hotel Sheraton, donde alojó durante su primera visita a Santiago. Allí pernoctó con parte de su familia y no reportó actividades: ayer, cerca de las 16.30 horas abandonó el recinto con dirección a Movistar Arena, donde lideró una prueba de sonido que se extendió entre las 18.00 y la 19.00. Desde su familia provino la única actividad fuera del libreto artístico: su hija Rhonda (41 años) aprovechó el lunes en la capital para visitar el Buin Zoo junto al nieto de la diva del soul, Raif, de tres años de edad. De acuerdo con la agenda de su estadía en Chile, la cantante abandonaría el país hoy cerca de las 18.00, dando fin a su primer periplo sudamericano.
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